El crecimiento económico mundial puede caer hasta quedar «peligrosamente cerca» de la recesión en 2023, dijo el martes el Banco Mundial (BM) al recortar sus previsiones por la alta inflación, el aumento de las tasas de interés y la invasión rusa a Ucrania.
Los economistas del organismo advierten sobre el riesgo de caída de la economía mundial, mientras los países luchan contra el aumento de los costos y los bancos centrales suben simultáneamente las tasas de interés para enfriar la demanda, lo cual, a su vez, empeora las condiciones financieras en medio de las perturbaciones provocadas por la guerra en Ucrania.
Las últimas previsiones del BM apuntan a una «desaceleración brusca y duradera», con un crecimiento global de 1,7%, aproximadamente la mitad de lo previsto en junio, según el último informe de «Perspectivas de la economía mundial».
«Estoy muy preocupado ante el riesgo de una desaceleración persistente. Según nuestras estimaciones, el crecimiento mundial entre 2020 y 2024 será inferior a 2%. Se trata del crecimiento más débil en cinco años desde 1960», explicó el presidente del BM, David Malpass, durante una conferencia de prensa telefónica este martes.
Este crecimiento tan bajo previsto para el año en curso solo se compara al período de recesión inducida por la pandemia en 2020 y la crisis financiera mundial de 2008-2009.
«Dadas las frágiles condiciones económicas, cualquier nuevo acontecimiento adverso (…) podría llevar a la economía mundial a la recesión», según el BM. Esos factores incluyen inflación mayor a la esperada, bruscos saltos de las tasas de interés para frenar el alza de precios o un retorno de la pandemia.
En economías avanzadas como la de Estados Unidos, el crecimiento caerá probablemente hasta 0,5% en 2023, 1,9 puntos por debajo de las previsiones anteriores. Mientras tanto, se espera que la zona del euro se estanque.
Para China, el banco prevé un crecimiento de 4,3% este año, 0,9 puntos menos que lo calculado en junio.
Las perspectivas son «especialmente devastadoras para muchas de las economías más pobres, donde la reducción de la pobreza ya se ha detenido», añadió el banco.
«Los países emergentes y en desarrollo se enfrentan a un periodo de muchos años de crecimiento lento y lastrado por la pesada carga de la deuda y la debilidad de la inversión», advirtió Malpass.
Aunque los bancos centrales, incluida la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, subieron las tasas de interés durante el último año para contener el alza de los precios, la carga para las economías «se agravará» a medida que las políticas surtan efecto, según el BM.
«Los tres principales motores del crecimiento mundial -Estados Unidos, la zona euro y China- pasan por una debilidad pronunciada, con repercusiones adversas para las economías de mercado emergentes y en desarrollo», añadió el banco.
Por el momento, la inflación creció en ancas de la pandemia, las perturbaciones de la oferta y, en algunos casos, las depreciaciones de las divisas.
Aunque se espera que disminuya, la inflación seguirá por encima de las tasas anteriores a la pandemia, según el banco.
El débil crecimiento no marca todavía una recesión, dijo Ayhan Kose, director del grupo de investigación de Perspectivas del BM.
«A corto plazo, nos enfocamos en el riesgo de posibles tensiones financieras, si las tasas de interés suben más en el mundo», declaró a la AFP.
Si esto ocurre y además la inflación persiste, «podría desencadenarse una recesión mundial», afirmó.
Entre las zonas más perjudicadas se cuenta el África subsahariana, que concentra alrededor del 60% de la población en extrema pobreza en el mundo.
La expectativa es que el crecimiento de su renta per cápita durante este año y el próximo sea de una media de sólo 1,2%, lo cual es «un ritmo que podría hacer que los índices de pobreza aumenten, en lugar de disminuir», según el BM.
El informe también señala los retos de países pequeños, con una población de 1,5 millones de habitantes o menos, que fueron especialmente afectados por la pandemia.
Esos países sufren a menudo pérdidas por desastres climáticos «que suponen una media de aproximadamente el 5% del PIB al año», afirma el banco.
«Dada la mayor probabilidad de que se produzcan este tipo de catástrofes naturales, debemos tener en cuenta que estos riesgos se materializarán más a menudo en el futuro», subrayó Kose.