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De Viana: «Resolver la crisis del agua requiere invertir US$5.000 millones»

Otra vez, la sequía. El Sistema Tuy II estuvo paralizado por una reparación de emergencia que ya lleva cerca de una semana, por lo que zonas populosas de los municipios Baruta, Chacao, Libertador y Sucre no han recibido agua durante días. Hidrocapital vive de avería en avería, sostiene el experto José María De Viana.

El sistema que sirve a la Gran Caracas del vital líquido fue robusto, pero el crecimiento de la capital y una serie de gestiones incapaces de darle el mantenimiento adecuado, además de un crónico problema de desinversión están mostrando las costuras de un sistema que está siempre al borde del colapso, indica De Viana.

La mayoría de la población del país está bajo un esquema de racionamiento de agua. Una encuesta reciente de Cedice-Libertad señala que 83% de los entrevistados dijo que el esquema de racionamiento del servicio fue incumplido, reduciendo uno o dos días el suministro.

También denunciaron que el agua puede llegar cada tres días y en otros cada 20 días o más.

En entidades como Lara y Nueva Esparta el agua llega cada 20 días. 60% resalta que el agua que se distribuye a través de las tuberías presenta olor fétido y tierra o lodo.

El 55% de la población encuestada desconfía de la calidad del agua de tuberías y siente que si la consumen sin previo tratamiento pueden contraer enfermedades.

José María De Viana fue presidente de Hidrocapital durante 7 años. En 1976 se gradúa de Ingeniero Civil en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Pero su vasto conocimiento sobre el sistema hídrico de Venezuela viene de la época del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS).

José María De Viana es claro y directo cuando se refiere al drama shakesperiano que vive la ciudad capital con el agua.

Hidrocapital cada vez peor

“El problema con el agua en Caracas cada día va a ser peor, a menos que se tomen medidas. ¿Cómo comenzó esto? Hidrocapital fue colonizada y se convirtió en una empresa de proselitismo. Para ellos es más importante la obediencia que el conocimiento», dice De Viana, quien realizó una de las gestiones mejor evaluadas en la empresa.

«Y, además, llegaron los militares. Hay una gran falta de conocimiento. La gente que está operando en Hidrocapital es muy empírica”, dispara a quemarropa.

El segundo problema –dice- es el comercial. “Si el servicio es bueno, la gente paga. Pero ellos inventaron que como éramos súper ricos no se cobraba. No tienen herramientas, no tienen equipos”, denuncia.

De Viana relata que hace dos años él y otros expertos fueron consultados por el Gobierno para invertir 200 millones de dólares, y, en lugar de reparar el sistema, “compraron 200 camiones cisterna”.

De Viana remarca que el sistema hídrico del Área Metropolitana de Caracas «es muy poderoso», pero no se ha reparado de una manera integral. Se ponen parches.

Los sistemas –dice- están entregando la mitad del agua que hace 20 años “cuando nosotros estábamos al frente”.

Mucha ignorancia

Hay mucha ignorancia entre los que manejan la estatal de agua, explica. “Con poquita plata se hace mucho, pero no hay una tradición de transparencia administrativa, todo es un guiso”, echa mano de un coloquialismo.

“Nosotros les hemos dicho que, ya que hay un montón de expertos en esto, por qué no hacen una mesa técnica y no nos mencionan”.

– ¿Qué posibilidades hay de mejorar este servicio?

– En cada casa que hay un mal servicio, hay gente molesta con el gobierno. Eso no se repara solo. Pero este sistema es tremendamente robusto. Antes había un problema y la gente no se daba cuenta, porque tenía sus tanques y resolvíamos en 24 horas.

– ¿Podríamos llegar a un colapso total?

-Quizá no llegar a un colapso total. Pero en El Callao estuvieron 5 años sin agua. Se les rompió la tubería principal, y los que estaban reparando no sabían que era una tubería, sino que creían que era un manantial.

“En el caso de nuestro país el profundo deterioro de estos servicios se da en todas las ciudades sin excepción, por lo que exigirá un enorme esfuerzo para lograr condiciones de gobernabilidad y calidad de vida necesarias para su reconstrucción”, denuncia José María De Viana.

El efecto de la crisis

José María De Viana recuerda que los servicios públicos atienden necesidades fundamentales de carácter colectivo y que están asociadas a derechos universales del hombre: vida, salud y bienestar.

Y, además, su buen desempeño afecta las actividades económicas y en consecuencia impactan el empleo, el ingreso y la inversión.

Durante la segunda mitad del siglo XX en Venezuela se desarrolló una red de servicios públicos: agua, electricidad y telecomunicaciones de clase mundial y en continuo crecimiento y mejora, indica el entrevistado.

Desde 1999, al proceso de toma de control político–remacha- se añadió el compromiso de financiamiento del proyecto político transnacional, a través de los contratos de infraestructura celebrados por asignación directa, de manera «poco transparente con empresas internacionales que resultaron en un tinglado de obras mal diseñadas».

«Las obras mayores han sido mal construidas, en su mayoría fuera de operación, a pesar de que consumieron recursos de inversión entre 2 y 5 veces superiores a los estándares internacionales”, denuncia De Viana, quien ahora coordina una cátedra sobre sistema de agua y saneamiento en el IESA.

“La negación de los servicios públicos representa la dimensión más tremenda de la miseria», apunta sin medias tintas el veterano ingeniero y gerente, cuya experiencia como gestor es reconocida internacionalmente.

«La dignidad humana y los derechos fundamentales del hombre son atropellados mientras que la población no puede hacer nada para superarlo. Los servicios públicos son competencia del Estado y su rehabilitación solo puede lograrse por su iniciativa”, añade.

Los millones necesarios

El ingeniero de la UCAB relata que durante los últimos diez años diferentes equipos de expertos han diseñado las rutas de reconstrucción de cada uno de los servicios públicos del país para restablecer niveles de calidad indispensables para un desarrollo político, económico y social exitoso.

La magnitud de las inversiones necesarias durante los tres primeros años del proceso es del orden de los 35.000 millones de dólares, de los cuales 20.000 millones deben invertirse en energía eléctrica, 10.000 millones en telecomunicaciones y 5.000 millones en suministro de agua potable.

El otrora rico país petrolero ahora no cuenta con semejantes recursos. No queda más remedio que vivir en esta crisis permanente de los servicios públicos. De Viana indica que «nunca debimos llegar a esta situación. Hubo recursos y personal calificado, pero faltó visión y una gerencia mínimamente calificada».

«Hoy enfrentamos la crisis de sistemas antiguos, que ya no aguantan una política de mantenimiento que solo atiende contingencias. Los sistemas de suministro de agua son estratégicos, los problemas que se derivan de su mal funcionamiento son múltiples y de enorme gravedad», advierte De Viana.